Estos son los enemigos de tu desarrollo creativo
Si realizas un ejercicio de introspección, los encontrarás en las excusas que te pones para no seguir escribiendo
En mis artículos suelo defender que escribir es un oficio, algo que se aprende con tiempo y técnica. Y lo es. Pero también es un arte y para poderlo desarrollar debes estar en paz con tu artista interior. Más aún: debes mimarlo, cuidarlo, alimentarlo.
Además de la técnica, necesitas trabajar tu mentalidad. Porque tus resultados, lo quieras o no, dependen de tus creencias.
Lo que crees condiciona lo que haces y lo que haces condiciona lo que consigues.
Por eso hoy he querido escribir sobre esas creencias que, todos los días, impiden a miles de personas creativas desarrollar su talento y descubrir su artista interior.
Lo que te pido es que hagas un trabajo de introspección para que identifiques qué es lo que te está impidiendo a ti dedicarle a tu lado artístico el tiempo y el respeto que merece.
Estos son cinco de los enemigos más comunes del desarrollo creativo:
1) La vergüenza
La vergüenza es el miedo a lo que los demás puedan pensar o decir de nosotros. No dudo de que, a nivel social, puede ser útil para frenar ciertas actitudes negativas. Pero mi experiencia me dice que, la inmensa mayoría de las veces, es un auténtico lastre para el individuo y para su realización personal. Yo, la verdad, nunca he tenido mucha. Creo que nací un poco sinvergüenza y por eso he podido comprobar que, sin vergüenza, se consiguen muchas más cosas. Si te da miedo preguntar en clase por parecer tonto, aprenderás menos. Si te da vergüenza hacer algo distinto a lo que hace todo el mundo, serás menos dueño de tu vida. Sí, nadie se burlará de ti, pero es muy triste renunciar a ti mismo por el qué dirán, ¿no crees? Si te gusta pintar, pinta. Si te gusta escribir, escribe. Olvídate de lo que digan los demás, el mundo está lleno de personas frustradas que necesitan ridiculizarte para justificar su falta de iniciativa. Si lo piensas, lo mejor que puedes hacer es compadecerte de ellos: han dejado que la vergüenza les condicione la vida.
2) Las prisas
Escribir es difícil, esa es la pura verdad. Es una actividad compleja que requiere, además de algo de talento de partida, mucha paciencia y mucha práctica. Piensa que aprender a escribir es como aprender a andar o aprender a leer. Un niño no se pone de pie y arranca a andar a la primera, ni coge un libro y de pronto es capaz de comprender todo su contenido. Primero hay que gatear y caerse, aprender las letras y luego las palabras. Así que no pretendas que tus primeras historias sean obras maestras. Sé indulgente, date tiempo. En palabras de la guionista Julia Cameron, “recuerda que incluso si has hecho una obra de arte realmente horrible puede que sea un paso necesario para tu siguiente obra. El arte madura de forma espasmódica y precisa de etapas de crecimiento tipo patito feo”.
3) La sensatez
El artista es un niño que juega. No le pidas sensatez, por favor. Si quieres desarrollar tu talento artístico, deja a un lado el sentido práctico y esa falsa cordura que pone cualquier cosa por delante de lo lúdico. “Debería estar haciendo algo más útil”, “Estoy perdiendo el tiempo”, “Esto es una bobada”, te habrás dicho más de una vez para aplazar una vez más el momento de dedicar tiempo a escribir. Como si la utilidad fuese el único criterio válido en la vida. Por el amor de Dios, ¿dónde está la utilidad de enamorarse? ¿dónde está la cordura de tener hijos? ¿de verdad te parece sensato dejar de lado algo de lo que tienes tantas ganas como escribir?
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4) La crítica
Esta creencia está muy vinculada con la vergüenza, aunque en lugar de salir de ti, viene del exterior. Créeme, no puedes evitar que te critiquen. Cuanto más te expongas, más te criticarán. Ahora bien, debes distinguir entre las críticas constructivas y las destructivas. Las primeras son concretas y se refieren a tu obra, no a ti. Aunque duelan un poco, te permiten mejorar. Pero las segundas son vagas y generales, apuntan directamente a la persona y son imposibles de rebatir. Cuando te topes con una de ellas, aléjate todo lo que puedas. Tienes que ser un poco estratega, analizar de dónde vienen estas críticas y alejarte al máximo de esas personas. Es posible que provengan de tu círculo más íntimo y no sea tan fácil escapar. En ese caso, evita hablar de tu arte con esas personas. Mima a tu niño interior, no lo expongas a quienes no lo aman o no sean capaces de entenderlo.
5) La abnegación
Esta idea podría considerarse una variante de la sensatez, aunque tiene un tinte moral todavía más marcado. Muchas veces ponemos a los demás por delante de nosotros mismos y de este modo sentimos que, si no hacemos lo que queremos, es porque somos buenas personas. Entiéndeme, no digo que dejes de criar a tus hijos o de atender a tus padres para dedicarte al arte. Pero cada vez que atribuyas tu falta de tiempo a tu entrega a los demás, pregúntate si lo que haces no es ponerte excusas. “No tengo tiempo para escribir porque tengo que ayudar a mi hermano a elegir los muebles de su nueva casa”, “No puedo escribir esta semana porque tengo que organizar la cena de verano con los amigos del colegio”. Estos no son verdaderos motivos. Seguro que tu hermano se puede encargar él solo de la decoración. Igual es hora de que se haga cargo otro amigo de organizar la cena. Tómate más en serio tu desarrollo creativo, te aseguro que nadie lo va a hacer por ti.
Ahora dime, ¿cuál es el peor enemigo de tu artista interior? ¿qué tipo de retorcida tortura le aplicas en nombre de la falsa virtud? Cuéntamelo en los comentarios, estamos entre amigos y mi única misión es ayudarte a desarrollar tu creatividad.
Samu
Posted at 07:47h, 10 mayoBuenísimo tu artículo! Creo que durante mucho tiempo mi principal enemigo fue la vergüenza. A comienzos de este año me hice un Blog en Facebook, pero llevaba mucho tiempo pensando en crearlo y no me atrevía, por un montón de razones, porque uno mismo se pone obstáculos. Y en todos esos años de no atreverme y “lanzarme a la piscina” perdí mucho tiempo. Ahora lo hago sin preocuparme mucho de ninguna cosa, sólo hacerlo porque me gusta, sin pensar demasiado un tema para ser original, sin cuestionarme si tengo talento, sin pensar en gustar o no, y sin embargo, es enriquecedor cuando lo que uno escribe logra tocar de alguna forma a quien lo lee y te lo hace saber. Y como bien dices, uno no nace sabiendo cómo ser un buen escritor, la práctica constante es la clave para ir mejorando paso a paso, y en esa estoy, intentando superarme día a día.
Sara Suberviola
Posted at 10:55h, 10 mayo¡Muchas gracias por tus palabras, Samu! Gran decisión la de dejar a un lado la preocupación. Quieres escribir y escribes, no hay más. Ese es el enfoque que propongo, ponerte a escribir como un niño se pone a jugar, porque le sale de dentro. Claro que es enriquecedor, muchísimo, sentir que tocas a alguien con tus palabras es sentir algo casi mágico, como un poder en tus manos. Gracias por compartir tu experiencia ¡dale duro!
BLANCA ROSA
Posted at 18:45h, 07 mayoAntes de nada gracias por tu consejos y hacer que recapacite sobre mi excusa. Si, yo tambien tengo excusa y es la falta de tiempo. Quizás no tenga todo el tiempo que deseo por mi trabajo, pero he de reconocer que después de leerte me he dado cuenta que querer es poder. Así que aunque no sea todo lo que a mi me gustaría….aprovecharé esos ratitos libres del fin de semana para ponerme manos a la obra.
La verdad que algunas veces también pienso que igual es una pérdida de tiempo ¿Escribir yo? ¿A quien le interesa? En fin…que si a mi me sirve para relajarme y dejar volar la imaginación…creo que es mas que suficiente.
Un abrazo.
Blanca
Sara Suberviola
Posted at 19:04h, 07 mayo¡Hola, Blanca! Qué alegría haberte animado a ponerte manos a la obra 🙂 Escribir puede aportarte mucho, te lo digo por experiencia. Una pérdida de tiempo puede considerarse casi cualquier cosa a la que dedicamos tiempo a lo largo del día, todo depende del enfoque que le demos. A mí relajarse y dejar volar la imaginación me parece una valiosísima inversión en uno mismo. Un fuerte abrazo y todo el ánimo del mundo, me encantará seguir leyéndote. Gracias por estar ahí.