Cuatro motivos para obligarte a escribir cuando no estás inspirado
Deja de escudarte en la inspiración, no la necesitas todos los días para seguir escribiendo
Sí, a mí también me ocurre. Hay días que estoy más inspirada y días que menos.
Y días que nada.
Pero para mí, además de un placer, escribir es un trabajo. Por eso, aunque no me apetezca nada ponerme, a veces tengo que obligarme a hacerlo.
Y ¿sabes qué? Obligándome he descubierto mucho. Sobre el oficio de escribir, sobre la inspiración y sobre mí misma.
Así he llegado a una conclusión: escribir sin ganas puede darte más de lo que crees.
A continuación te detallo mis cuatro motivos principales para obligarte a escribir incluso cuando no te apetece.
¿Por qué obligarte a escribir cuando te falta inspiración?
1) Para cumplir con tu compromiso.
Quieres escribir, ¿verdad? Pues hazlo, no hay más. ¿Que no te ves con fuerzas para avanzar en tu historia? Pues escribe otra cosa. Cualquier cosa. Puedes escribir lo primero que se te pase por la cabeza o repetir mil veces el nombre de tu protagonista, escribir un recuerdo de tu infancia o una descripción al detalle de esa horrible persona que hoy te ha robado la inspiración. Ponte un tiempo y no dejes de escribir hasta que haya pasado. Aunque sea media hora. Así tendrás la sensación de haber cumplido con un mínimo, de haber puesto algo de tu parte, y dejarás de atormentarte por querer escribir y no encontrar nunca el momento para hacerlo.
2) Para sanar tu alma.
No te asustes que no me voy a poner esotérica. De hecho, estaba dudando entre titular este motivo ‘sanar tu alma’ o ‘soltar mierda’. Escribir es una forma de sacar ideas de tu interior. A veces estamos hasta el cuello de porquería: malos rollos, miedos, problemas, rencores, preocupaciones, agobios… Coger un papel y llenarlo de todo eso es una manera de limpiar, de depurar. ¿Cómo va a fluir la inspiración en un espacio tan obstruido? Si te habías propuesto escribir pero no te apetece, prueba a obligarte aunque sea unos minutos. Aunque solo seas capaz de escribir un taco detrás de otro. Esto es (en parte) lo que propone Julia Cameron con sus páginas matutinas de El camino del artista, un libro muy recomendable como terapia de desbloqueo creativo.
3) Para conocerte mejor.
Sí, suena como el lobo explicando a Caperucita el porqué de sus orejas peludas y sus grandes dientes. Pero no es ningún cuento, ni tampoco un ejercicio de psicoanálisis. Lo que te propongo es que te marques un calendario y que lo cumplas. Algo asequible, como escribir de martes a sábado veinte minutos cada día. Comprométete con ello al menos durante dos o tres semanas. Luego, al revisar tu trabajo, podrás hacerte preguntas sobre cómo eres escribiendo. Cuestiones como ¿por qué no me inspiro los martes? ¿sería mejor escribir una hora los miércoles y el martes darme un paseo? ¿con qué me bloqueo? ¿escribo mejor los primeros minutos o mi creatividad arranca a partir de los veinte minutos? Así sabrás más sobre tu faceta de escritor y aprenderás a sacarle más partido.
4) Para desenredar tus ideas.
Atascarte en mitad de una historia es algo completamente natural. Pero si tu historia te estaba motivando, si sigues creyendo que algo de bueno tenía tu idea, no tires la toalla al primer bloqueo. Si no te salen las frases perfectas, corta la redacción. Dale al intro varias veces y escribe a chorro lo que te dicte tu cabeza, intentando hacerte preguntas: “no me gusta este diálogo, ¿Por qué? ¿Suena poco creíble? Sí ¿Es aburrido? Bastante ¿Me lo puedo cargar? Si me cargo el diálogo, ¿qué pongo en su lugar? Igual paso a la siguiente escena, que tiene más chicha y ya me lo pensaré más adelante. Voy a seguir sin el diálogo y en la revisión ya veré si de verdad hacía falta…” ¡Tachán! Ya has dado con una solución y puedes seguir trabajando.
¿Qué? ¿Sigues teniendo excusas para no obligarte a escribir? Cuéntamelas en los comentarios, te ayudaré a derribarlas y seguir escribiendo.
J.A.
Posted at 23:47h, 17 octubreYo soy clase y mientras mis alumnos hacen test de 100 preguntas yo escribo microrrelatos. Luego, en casa, los retoco hasta que me quedo a gusto. Pero solo escribo para participar en concursos. Si no tengo esa meta no me motivo.
Sara Suberviola
Posted at 08:01h, 19 octubre¡Hola! Qué maravilla, por cada pregunta que responden, tú colocas una palabra 🙂 Los concursos son buena fuente de motivación, eso sí, hay que tener claro que este camino implica siempre algunas frustraciones. Sí tenemos eso claro, p’alante.
Samu
Posted at 04:58h, 05 mayoHabitualmente me obligo a escribir durante toda la semana e intento ser bastante prolifico, pero me he dado cuenta que cantidad No es igual a calidad, así es que me he dedicado más a corregir buscando un resultado que me deje satisfecho y seguro.
Yo creo que mi problema va más allá del tiempo, porque tengo. Lo que cuesta, en mi caso, es encontrar un lugar, momento o atmósfera propicias para escribir concentrado. Por ejemplo, me gusta mucho escribir cuando voy en el bus y escuchando música, fluyo bien la mayoría de las veces. En mi casa, en cambio, hay muchas distracciones y otros asuntos de los que debo estar pendiente y atenderlos.
Sara Suberviola
Posted at 10:34h, 06 mayoSamuel, escribir toda la semana tiene muchísimo mérito, te felicito. No te creas, cantidad y calidad tienen mucho que ver en el caso de la escritura. Aunque es una buena idea dedicarle más tiempo a cada texto, así es como irás puliendo tu estilo y te sentirás, como dices, más satisfecho de cada trabajo. Estoy del todo de acuerdo en lo que dices de encontrar el lugar adecuado, las distracciones son tu peor enemigo. Además es difícil que nuestro entorno entienda que una pequeña distracción puede echar al traste varias horas de trabajo. Si escribes mejor fuera de casa, creo que lo mejor es que sigas haciéndolo así. El bus, el parque, la biblioteca… cualquier lugar es bueno si te basta con un poco de música para aislarte del mundo. En ‘Mientras escribo’, Stephen King explica que durante años escribió en el cuartillo de la lavadora de su caravana, con la música a tope. Así que ya tenéis algo en común 😉 Yo sin embargo soy incapaz de escribir con música, necesito el silencio, la música me distrae una barbaridad, en cuanto la escucho me dan ganas de moverme, jajajaja Y en cuanto al bus, durante muchos años viajé mucho en tren y, aunque no solía escribir, sí tomaba muchas notas para historias, imaginarme la vida de los desconocidos es un vicio que he tenido toda la vida 🙂 ¡Todo mi ánimo para seguir trabajando así, Samuel!